El cambio climático impacta de manera significativa en el goce de los derechos humanos. Este impacto no es igual para todos, resulta devastador para niñeces, mujeres, personas de barrios populares, campesines y comunidades indígenas.
Nuestra visión de justicia climática implica abordar y corregir las desigualdades históricas y actuales en relación al cambio climático reconociendo que, los países y comunidades del Sur Global somos los más afectados por los impactos; partiendo desde una deuda ambiental que se arrastra desde la época colonial en relación a la extracción y usufructo de los bienes comunes. Destacamos que el Norte Global hoy sigue operando en nuestro país mediante el poder transnacional, y nuestro territorio sigue siendo sacrificado, mediante el saqueo de los bienes comunes naturales. Dichos países imperialistas, tienen una responsabilidad histórica y actual en la crisis, a causa de la cantidad de emisiones que generan, debiendo proporcionar apoyo y transferencia de: financiamiento, tecnología y capacidades, a las economías en vías de desarrollo.
A pesar de todo lo nombrado, estos países exigen el cumplimiento, por ejemplo, de los objetivos del Acuerdo de París, mientras que en paralelo nos imponen la intensificación de la matriz extractiva de nuestro modelo productivo para satisfacer compromisos financieros asumidos por gobiernos neoliberales. Es decir, las mismas potencias que nos subordinan financieramente, son nuestros deudores ambientales.
En este sentido, nuestra visión de Justicia Climática, reconoce nuestra posición como acreedores de la deuda ecológica del Norte con el Sur, apostando a que esta postura se consolide regionalmente como una estrategia de presión internacional.
Sostenemos que las transiciones hacia economías bajas en carbono deben ser justas y equitativas. Esto significa que no deben imponer cargas adicionales a los países y comunidades menos responsables del cambio climático. Las políticas de mitigación y adaptación deben diseñarse e implementarse de manera que beneficien a todos y no perpetúen desigualdades.
En Argentina particularmente, tenemos una deuda externa asumida por gobiernos neoliberales que incrementa las exportaciones, acrecentando el extractivismo y generando grandes impactos socioambientales. Esto impide construir capacidades locales que nos permitan llegar a una transición energética realmente justa. En este marco, consideramos fundamental abordar la vinculación entre deuda financiera y deuda ecológica y sus implicancias ambientales, en una crisis climática que no reconoce fronteras políticas.
Desde Tierra Nativa trabajamos en visibilizar la vulnerabilidad que enfrentan las ciudades periféricas en cuanto a recursos e infraestructura para enfrentar los desastres e impactos del cambio climático. Ello implica priorizar la adaptación y la resiliencia, asegurando que los sectores históricamente excluidos cuenten con los medios para protegerse y recuperarse de eventos climáticos extremos.
Trabajamos fomentando instancias de intercambio y formación en el uso de energías limpias y materiales con bajo impacto ambiental, destinadas principalmente a la comunidad en situación de vulnerabilidad, identificados como los principales afectados de la crisis climática en sectores periféricos.
Asimismo aportamos a visibilizar la importancia de la Gestión de Residuos Sólidos Urbanos con Inclusión Social, su contribución significativa a la mitigación de la crisis climática y su gran aporte a la construcción de ciudades sostenibles, inclusivas y resilientes.