por María Mercedes Gould. 

El acuerdo UE – Mercosur se negoció durante largos 20 años. Sin embargo, bajo el gobierno de Mauricio Macri se cerró un preacuerdo en 6 meses bajo negociaciones poco transparentes, sin estudios de impacto oficiales y con una gran falta de información pública. Este acuerdo de esencia colonial, debilitaría a los estados del Mercosur y sus democracias desde lo económico, laboral, comercial,  social y ambiental.
En las últimas conversaciones que mantuvieron Alberto Fernandez (actual presidente pro tempore del Mercosur) con el Primer Ministro de Portugal Antonio Costa se visibilizan intenciones de apresurar la ratificación de este acuerdo y la situación se torna cada vez más preocupante para nuestra región
En esta ocasión, analizaremos las consecuencias que esto conlleva en el mundo laboral y para eso dialogamos con Gonzalo Manzullo, Director de Relaciones Internacionales de la CTA Autónoma Nacional y Delegado titular por la CTA Autónoma en el Foro Consultivo Económico y Social (FCES) del MERCOSUR, la Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur (CCSCS) y la Red Sindical del Sur Global (SIGTUR)

 -Según la cláusula de bilateralidad cuyo consenso fue firmado en la cumbre del Mercosur del 2019 si el parlamento europeo aprueba el acuerdo, solo necesitaría que un país del Mercosur lo apruebe sin la necesidad de lograr primero la ratificación parlamentaria de los restantes países del bloque para que entre en vigor provisionalmente… ¿Esto incluye sólo el pilar comercial? ¿Los países que no hayan firmado tienen herramientas legales para no participar de un acuerdo sin sus procesos democráticos correspondientes?

Este es uno de los puntos más preocupantes. Hay que recordar que la idea de esta cláusula de bilateralidad aparece casi inmediatamente luego del anuncio con bombos y platillos de la supuesta firma del acuerdo durante la presidencia de Mauricio Macri. La verdad es que todavía no podemos decir que esa idea fue desestimada. En su momento se anunció y nos fue comunicado por parte del gobierno argentino como un acuerdo sostenido por los países del bloque Mercosur para justamente poner en marcha el acuerdo con la sola aprobación de uno de los países del bloque. Pensemos por un segundo lo que significa esto: primero que nada dinamita el propio bloque Mercosur porque esto va en contra de sus normas firmantes y de su propio espíritu y de lo que busca construir desde hace tantos años. Pero además generaría una competencia. Por ejemplo, suponiendo que Brasil firma, todo los demás países del bloque deben firmar porque sino quedan en inferioridad de condiciones y empieza una disputa específicamente con lo que tiene que ver con lo comercial. Sólo por mencionar un aspecto, que es realmente muy claro: las cuotas de exportación de carnes del bloque Mercosur no habían sido acordadas cuando se anunció la firma del acuerdo. Es decir, no estaba claro cómo se distribuirían esas cuotas. En esta línea, imaginemos qué pasaría si un sólo país del bloque firma el acuerdo y  lo pone en marcha mientras que los otros no. Esa competencia a la baja destruiría el Mercosur, además de los impactos que ya pone el propio acuerdo inicialmente. 

Hay una idea que viene circulando el último año por parte de la Unión Europea sobre el hecho de que se firme un acuerdo comercial dividiéndolo de los pilares político y de cooperación. No se sabe si va a ser una propuesta que tenga acuerdo para ser llevada adelante pero permitiría un trámite más veloz del bloque de la Unión Europea aprobando solamente el pilar comercial y dejando de lado los otros dos.

La verdad es que todavía no podemos decir que esto sea una voluntad manifiesta pero sí aparecen signos desde la Presidencia del Consejo Europeo en manos del gobierno portugués de avanzar fuertemente con la ratificación de una vez por todas del acuerdo. Así se ha visto, por ejemplo, producto de la comunicación oficial que el gobierno argentino mantuvo con el gobierno portugués hace unas pocas horas donde se reafirma la voluntad de avanzar a fondo con la ratificación del acuerdo. 

Específicamente sobre las herramientas legales que tendrían los países que no lo hayan firmado para participar son muy pocas, dejando un delgado margen de acción. El acuerdo si bien en algunos puntos técnicos específicos no está terminado, pone sobre las espaldas de los países del bloque Mercosur un nivel de obligatoriedad del cual es muy difícil salir. Únicamente queda la posibilidad de no aprobar en el momento en que eso se tramite a través de los Congresos nacionales. Pero sabemos que incluso los gobiernos de corte progresista y popular han quedado aprisionados por este texto ya alcanzado y no se ven grandes perspectivas de una coalición dentro de los congresos nacionales del bloque Mercosur que pueda echar por la borda este acuerdo. 

– Si bien el acuerdo aún no está firmado, las relaciones asimétricas en torno a lo comercial se manifestaron fuertemente en estos últimos 20 años. El Mercosur se ha especializado en la producción y exportación de productos agrícolas mientras que la Unión Europea exportó hacia Mercosur principalmente productos con contenido tecnológico medio y alto repitiendo el esquema colonial. Si el acuerdo finalmente se aprobara… ¿Se profundizarían esas asimetrías o habría más regulación? 

Hay a las claras una asimetría entre ambos bloques porque hay diferencias en las estructuras económicas y productivas; una diferente inserción en las cadenas globales de valor: mientras que del lado del bloque europeo vemos una mayor especialización de bienes de alto valor agregado, industriales y con complementariedades productivas al interior del bloque del lado del Mercosur esto no se ha alcanzado. Vemos más bien una especialización en materias primas y no hay tanto desarrollo del comercio interbloque, salvando algunas industrias particulares. La capacidad productiva de la Unión Europea si no se hubiera firmado ningún acuerdo al día de hoy ya es, de todas maneras, cuatro veces mayor que la del Mercosur. Estos son números y apreciaciones desde antes de que se produjera la pandemia, imaginemos cómo puede llegar a ser hoy con los retrocesos en el crecimiento de las economías a nivel global. 

La Unión Europea ya es uno de los principales socios del bloque Mercosur pero el acuerdo que se propone por la desregulación que implica en algunos ámbitos como en el sector de servicios, o las reglas sumamente flexibles de origen que se proponen que permitirían triangulación de productos, fomentan una competencia totalmente desequilibrada donde principalmente el Mercosur va a perder muchos de los puestos de trabajo industriales que tiene que ya son incipientes y se va a profundizar esta especialización productiva de la que intentamos desembarazarnos que es la especialización en materias primas y commodities. Es decir, lo único que va a fomentar este acuerdo es la reprimarización y la profundización del modelo que ya existe.

Este es un acuerdo a la medida del bloque de la Unión Europea pero a su vez, si lo ponemos en perspectiva, también lo es de las grandes compañías transnacionales que hace mucho tiempo vienen incidiendo en los nuevos acuerdos comerciales y en las agendas de inversión para aumentar sus ganancias y su incidencia. Recordemos que el acuerdo UE – Mercosur no ofrece tampoco cláusulas de protección a la industria naciente, no garantiza procesos de transferencia tecnológica o ayuda a las pymes del Mercosur, y tampoco y esto es muy importante, como lo hemos remarcado en una declaración que salió hace algunas horas de parte de la coordinadora de centrales sindicales del Cono Sur y la Confederación Europea de Sindicatos en torno al acuerdo que no garantiza ningún tipo de medida concreta para el respeto de las normas internacionales del trabajo. Por eso decía que está hecho a la medida de un mundo tallado por arquitectura de la impunidad empresarial.

– Siguiendo los análisis de impacto realizados por colectivos de especialistas, la aprobación de este acuerdo para nuestra región implicaría una reprimarización de la economía que llevaría a una gran desindustrialización. En este sentido, sabiendo que no hay estudios de impacto oficiales por parte de los bloques negociadores… ¿Hay estadísticas o tendencias de cuáles sectores se verán más perjudicados y de qué manera? 

Por supuesto que la ausencia de estudios de impacto exhaustivos profundos es uno de los principales problemas que hemos marcado, porque no hay por ninguno de los dos bloques estudios de este tipo. Sin embargo, en base a lo que conocemos del acuerdo y lo que sabemos de las estructuras productivas de ambos bloques, podemos ver sectores que se verán particularmente afectados como, por ejemplo, el sector de autopartes y automotriz por la liberación que se prevé en el comercio de esos bienes. Es decir, nos veremos inundados de esos bienes relacionados con la industria automotriz provenientes de la Unión Europea que destruirán a  su vez cadenas de valor regionales que fueron construidas con mucho trabajo y a lo largo de mucho tiempo a nivel del Mercosur afectando principalmente a Brasil y a Argentina.

En el caso de los bienes agrícolas podemos decir que se pueden prever dos escenarios: Por un lado que la liberalización para el ingreso de estos productos desde el Mercosur hacia el mercado de la Unión Europea es uno de los pocos aspectos positivos del acuerdo en términos de intercambio comercial, aunque profundizará, como decíamos antes, la primarización de nuestras economías. Pero por otro lado, no debemos descartar que como lo viene haciendo desde hace tanto tiempo la Unión Europea, mantenga barreras arancelarias y fitosanitarias que dificulten el ingreso en el único sector que podría verse mínimamente beneficiado por el acuerdo.

También podemos mencionar que a través de las reglas de origen y de certificación de los productos que circulan en el texto del acuerdo (que conocemos debido al amplio secretismo que ha reinado y a la falta de consulta de los actores productivos, principalmente los sindicatos a ambos lados del océano) podemos decir que las reglas de origen son bastante flexibles, lo que permite la triangulación de productos desde otras regiones para luego ser comercializadas desde la Unión Europea hacia el bloque Mercosur. Incluso, hay cláusulas desde la Unión Europea que permiten la autocertificación, es decir, un exportador es quien certifica el origen de su propio producto exportado; digamos algo que parece visto una locura de este lado porque las reglas de origen que mantiene el Mercosur son bastante más rígidas y elevadas.

En cuanto al tema servicios se propone una liberalización que no es claro, por lo menos al día de hoy, el impacto que tendrá en sectores específicos pero podemos pensar en las telecomunicaciones, en principio, y en ningún caso la experiencia nos demuestra que la desregulación y la liberalización que se proponen en estos acuerdos haya sido beneficiosa para los consumidores y en particular para los pueblos.

Otro de los puntos que aún genera ciertas dudas es lo negociado en torno al tema propiedad intelectual y patentes que podría ser importante y perjudicial desde las industrias farmacéuticas, por ejemplo, de este lado del océano y también, me parece importante resaltar el problema de la liberalización que se propone en las compras públicas en todos los niveles, erosionando el poder de compra de los estados y permitiendo que empresas de la Unión Europea participen en las licitaciones de las compras públicas del Mercosur

Luego, como decía antes, tampoco hay cláusulas de transferencia tecnológica ni de protección para las industrias nacientes del Mercosur ni apoyo para las pymes que son motor del empleo, por lo menos, en nuestro país. 

– Teniendo en cuenta que las estructuras de construcción política en el Mercosur se encuentran debilitadas y con poco contenido… ¿De qué manera se articulan los sindicatos de trabajadores en el Mercosur para hacer frente a este acuerdo?

Bueno, creo que durante los últimos años se ha evidenciado no solo de parte del gobierno argentino con la presidencia de Mauricio Macri, sino también con un clima de época que azotó a la región con el ascenso de varios gobiernos neoliberales pero también de derecha, una desaceleración del Mercosur como instancia de articulación y verdadera integración no sólo en términos económicos y comerciales, sino también político, cultural y social. Hay órganos e instancias de participación social que se han construido gracias a la presión de organizaciones sindicales y actores de la sociedad civil que lamentablemente se han visto vaciados de contenido, pero a su vez, son presa de las intenciones de reforma institucional del Mercosur que buscan achicar la estructura del Mercosur y con el pretexto de “darle una mayor agilidad y un mejor funcionamiento” buscan quitar presupuesto o directamente eliminar algunas instancias de participación y de consulta con la sociedad. Desde el sector sindical, nuestra CTA – Autónoma participa del Foro Consultivo Económico y Social del Mercosur que es un órgano institucional, parte de Mercosur, donde está nucleada la sociedad civil de cada uno de los estados, incluyendo el sector empresarial, el sindical y el tercer sector de cooperativas y organizaciones en general de la sociedad civil. También participamos fuertemente de lo que son los organismos socio-laborales del Mercosur. Desde todos estos ámbitos hemos visto como paulatinamente han intentado vaciar el contenido del Mercosur en la medida de que al mismo tiempo se ha desacelerado

Es necesario, recuperar el Mercosur no solamente como un mercado sino en el sentido de una integración regional profunda, verdadera, que es lo que puede garantizar un bienestar para nuestros pueblos. En este sentido, esta es una más de las instancias y bloques regionales que debemos recuperar. En un momento en que no hay dudas de que nadie se salva solo y a la luz de los impactos de la pandemia en un mundo totalmente globalizado e interconectado no podemos vivir aislados. Se trata en todo caso de mantener nuestra autonomía estratégica siempre desde una perspectiva de integración. 

Desde ese lugar es que los sindicatos nucleados en la Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur venimos empujando por fortalecer el Mercosur, por vitalizarlo,  por no abandonar los espacios y por fomentar una integración sustantiva a nivel regional. Creo que en esta etapa es  donde está clara la voluntad, así como algunos  estados de la Unión Europea en principio se habían opuesto al texto tal cual como está (aunque están abiertos a tramitarlo rápidamente con algunos protocolos), hay otros, como la presidencia portuguesa, que buscan acelerar rápidamente la ratificación porque sino sería también una derrota diplomática luego del anuncio con bombos y platillos de la firma del mismo. Creo que es una etapa de fortalecer nuestras alianzas, no sólo entre sindicatos de la región, sino también con las organizaciones de la sociedad civil en general, con los actores productivos, a ambos lados del atlántico, para dejar en claro que este acuerdo tal como está en el mundo en el que vivimos y dadas las asimetrías entre ambos bloques lo rechazamos

No es posible un acuerdo sin la consulta de los actores productivos. No es posible un acuerdo basado en el secretismo.  No es posible un acuerdo donde sindicatos y actores productivos no participen del monitoreo de la implementación de aquello que se firme. No es posible un acuerdo que no respete el desarrollo sostenible, sustentable y las normas internacionales del trabajo.

Creemos que no se trata de oponerse a todo tipo de acuerdo sino de dejar en claro que queremos un modelo productivo que sea sustentable y que sea en beneficio de las grandes mayorías y que para eso cualquier acuerdo de asociación no puede ser un mero acuerdo de libre comercio y desregulación. Debe ser ante todo, producto de un debate abierto, democrático donde todos los actores productivos y todas las organizaciones de la sociedad civil tengamos voz y seamos consultados. 

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