A partir de la pérdida de biodiversidad acelerada a nivel global surgen retos urgentes en la conservación de los ecosistemas. Mientras los esfuerzos se centran en ampliar las áreas protegidas, es fundamental reconocer el papel central de las comunidades locales en la protección de los bienes naturales. En este contexto, la gestión comunitaria emerge como una herramienta clave para alcanzar soluciones sustentables y adaptadas a las realidades territoriales.