Cumbre del Mercosur o G20 de Rio –  Tras más de 20 años de negociaciones en secreto, se anunció el cierre de las negociaciones del tratado de libre comercio entre la UE y el Mercosur. Sin embargo, con la oposición de países como Francia y Polonia, el peligroso liderazgo de extrema derecha en ambos bloques y la creciente presión de los movimientos sociales, el futuro del acuerdo sigue en duda. Considerado un acuerdo es perjudicial para los pueblos y el planeta, seguirá enfrentando una fuerte resistencia en el proceso de ratificación.

Amigos de la Tierra Internacional se mantiene firme en su oposición al tratado de libre comercio actual entre la UE y el Mercosur, ya que transferirá enormes facultades a las grandes empresas transnacionales y socavará los derechos fundamentales de los pueblos al trabajo, la alimentación, un medioambiente ecológicamente saludable y un clima seguro.

Según Julie Zalcman, campañista de comercio de Amigos de la Tierra Europa, “el acuerdo UE-Mercosur es anticuado y exacerbará la crisis del clima y la biodiversidad, a la vez que debilitará los derechos de los pueblos a una alimentación saludable, local y justa. Las negociaciones se llevaron a cabo en el más absoluto secreto a pesar de las grandes protestas de agricultoras/es y la clara oposición de varios gobiernos y el Parlamento europeos. Cualquier intento por acelerar el proceso de ratificación al fragmentar el acuerdo no será nada más y nada menos que una apropiación antidemocrática del poder. Necesitamos urgentemente políticas comerciales que prioricen el clima, la justicia y la cooperación por encima de la codicia”.

Según Lucia Ortiz, integrante del directorio ejecutivo de Amigos de la Tierra Brasil y de Amigos de la Tierra América Latina y el Caribe,El fracaso del neoliberalismo fue reconocido por la Presidencia brasileña del G20 en la cumbre de Rio de Janeiro en noviembre. Sus políticas e instrumentos, como los Tratados de Libre Comercio, ponen en riesgo las democracias, ya que limitan la capacidad de los Estados soberanos para definir políticas sociales y de desarrollo en las próximas décadas. Además de promover el derecho de las grandes empresas transnacionales y las instituciones financieras a obtener ganancias con la privatización de los servicios públicos y las compras gubernamentales, el acuerdo UE-Mercosur perpetúa las asimetrías coloniales. Al relegar las economías sudamericanas a proveedoras de materias primas, concentra incluso más poder político y económico en las manos de unas pocas grandes empresas de los sectores de la minería y del agronegocio”.

Natalia Carrau, integrante de REDES, Amigos de la Tierra Uruguay señala que “los países del Mercosur no tienen tratados de libre comercio como este. Este acuerdo con la UE sería el primer compromiso de este tipo y pondrá en riesgo la profundización y avance del proceso de integración regional, ya que renunciaría a sus compromisos como bloque a favor de la UE. La negociación e implementación de políticas públicas regionales como las compras públicas regionales o la complementación productiva o los acuerdos industriales bilaterales o regionales sectoriales específicos será incompatible con el acuerdo de la UE y será el comienzo del fin del Mercosur como proyecto de integración regional orientado hacia el desarrollo y la justicia ambiental, económica, social y de género para nuestra región”.

María Fernanda López, integrante de Tierra Nativa, Amigos de la Tierra Argentina: “ Este año, en Argentina vivimos el impacto de políticas neoliberales que han desmantelado diversas políticas públicas relacionadas con el ambiente, la educación, la salud, cuestiones de género y derechos humanos, dejando a más del 50% de la población bajo el nivel de pobreza. El presidente Javier Milei mantiene una postura favorable hacia acuerdos como el de la UE-MERCOSUR, minimizando los efectos negativos que dicho acuerdo podría generar en la economía, el ambiente y el tejido social del país. En el contexto actual de ajuste feroz, que profundiza la desigualdad, la pobreza y el desempleo, la firma de este acuerdo comercial podría exacerbar aún más las crisis estructurales que atraviesa Argentina y la región.

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