En noviembre visitamos Catamarca y la Cuenca del Salar del Pipanaco, una de las 63 cuencas hídricas del país, en la cual viven alrededor de 43.000 personas y abarca íntegramente el departamento de Pomán, la mayor parte de los departamentos de Andalgalá y Belén, así como una pequeña parte del de Tinogasta. Nos interesa conocer más acerca de las propuestas para la gestión pública y comunitaria del agua y dialogar en un plano plural y democrático, dando insumos al debate sobre el modelo de desarrollo y desmitificando el modelo económico dominante como única alternativa posible. Continuamos una serie de diálogos iniciados en 2020 de manera remota debido al aislamiento por la pandemia, y que continúan aún hoy, afortunadamente de manera presencial.
El recorrido tuvo distintas escalas, visitas y entrevistas. Antes de llegar a la cuenca, nos detuvimos en San Fernando del Valle de Catamarca, la capital de la provincia. Allí conocimos a referentes/as de la lucha ambiental, y tuvimos intercambio con distintas personas que compartieron su preocupación frente al avance de la explotación de minerales, el cual se potencia con el renovado interés por la explotación de litio. Dialogamos con Santiago, de la organización Be.Pe, que realizó un análisis de la situación provincial, en el que inmediatamente surge el debate sobre el modelo de desarrollo «Catamarca dicen que es una de las provincias más pobres de la Argentina, la llegada de progreso siempre viene de la mano de una inversión extranjera, y eso genera conflicto porque se prima la necesidad de esa empresa para la explotación, ya sea de minerales o de monocultivo, y el estado termina siendo socio: no sólo los gobiernos… con 37 años de trabajar territorialmente vimos eso, no hay una diferencia de tratamiento de un gobierno a otro, sino es una cuestión de Estado, el modelo de desarrollo, el modelo del monocultivo, el modelo minero son políticas de Estado” sin embargo, existen dos paradigmas en pugna: «Se planteó que Catamarca era minera desconociendo la historia, no sólo de los pueblos originarios que eran agrícolas, y de la vida campesina, incluso a muy pocos kilómetros de la ciudad capital, la zona de chacras era un modelo de agricultura donde la provincia no necesitaba abastecerse de frutas verduras hortalizas de otras provincias (…) convencieron a partir de la cooptación de los medios, del discurso del gobierno donde Catamarca es minera, no es productora de membrillo, no es productora de nueces, de lana, sino «Catamarca es minera» ese discurso es muy fuerte y creó rupturas»
En la ciudad capital también pudimos charlar con Claudia, miembro del colectivo de mujeres muralistas Ninakerus, nos contó sobre la visión de las mujeres artistas, siempre volcando las denuncias en los muros, y el agua es uno de los temas principales «Siempre nos interesó tener un compromiso social con la lucha por el agua, nos parece a nosotras que vivimos en estas tierras donde escasea, donde el agua es un tesoro, creemos siempre en la visión de cuidarla, que somos parte del agua. Cuando vemos las amenazas de las empresas extractivistas, nos alertamos (…) creemos que el agua es un bien común que tiene que ser para los pueblos, no para las empresas»
20 años en defensa del agua
El recorrido continuó en Andalgalá, ciudad 248 km al norte de San Fernando y una de las más cercanas a la explotación minera, donde pudimos disfrutar hermosos paisajes y conocer grandes luchadores/as por el agua. Este pueblo es uno de los referentes de lucha contra la megaminería contaminante más importantes del país, si bien la resistencia a la minería data de la década del 70, con la instalación de minera Alumbrera en 1997 y su creciente impacto ambiental y social, sus habitantes hace más de dos décadas años se organizaron para defender el Aconquija, cerro en aún hoy disputa por las empresas transnacionales de diversos orígenes, hoy unidas en el proyecto MARA, liderado por Yamana Gold (de origen canadiense) como principal accionista, seguido de Glencore (de origen suizo) y Newmont (de origen estadounidense) .
A pocas cuadras de la plaza, nos encontramos con parte del equipo de la Asamblea el Algarrobo, espacio que nuclea a los y las vecinas que luchan para defender el agua y el cerro: Juan y Shaira, dos jóvenes profesionales que crecieron junto a la problemática y dedican sus días a acompañar desde la vía legal la defensa del agua y las personas que fueron judicializadas de manera injusta y antidemocrática por protestar pacíficamente frente a las megamineras. Según Shaira «la falta de agua altera a los vecinos y altera todo el ecosistema, es indiscutible» y no sólo falta el agua, sino la información. Sobre el modelo minero impuesto, existen muchos obstáculos que impiden a los Andalgalenses el acceso a la información pública sobre el ambiente en que viven. Para Juan «cuando la Corte Suprema de Justicia ordena que se haga un nuevo informe de impacto ambiental respetando uno de los puntos principales que es la participación ciudadana y la consulta pública, cuando se vuelven a elaborar estos informes para que se lleve a cabo la exploración avanzada, nos agarra la situación de la pandemia. Esto es aprovechado no sólo por el Estado sino por el ministerio de minería y la empresa Agua Rica para no cumplir con esa pauta. Lo que ellos hacían era hacerlas de manera virtual, y por ejemplo no permitían que los ciudadanos identificados como ambientalistas o que estaban en contra del megaproyecto, puedan ingresar a ese zoom o esa charla virtual que realizaban, o si te permitían ingresar no te permitían preguntar. La única consulta pública que hicieron fue en un distrito que se llama Minas, que está completamente alejado y fueron 4 personas» Cuando luego de mucho reclamar se pone a disposición el informe de impacto ambiental, el horario era escaso, eran más de 6 cuerpos de información en papel, sin digitalizar, y les daban a los/as interesadas/os 15 minutos por persona para leerlos. “Cuando finalmente nos entregaron una copia del informe dieron por finalizada la consulta pública” relata Juan «todavía lo siguen haciendo, siguen autorizando pozos y ese informe lo llevan al concejo deliberante una vez aprobado. En base a eso es cabal la violación del acceso a la información que tienen los ciudadanos de Andalgalá sobre estas actividades» para Shaira «son puestas en escena que por supuesto no se corresponde con ningún tipo de parámetro nacional e internacional de lo que implica el acceso a la información»
El sábado 20 pudimos participar de la caminata número 615 en la plaza de Andalgalá. Es emocionante ver a vecinos/as de distintas edades, sectores y géneros tomar las banderas y pancartas que reclaman y denuncian contra las megamineras y en defensa del agua, manifestándose frente a la indiferencia del Estado al respecto. Niñas, niños, adolescentes, adultos y adultas, ancianos y ancianas caminan alrededor de la plaza exigiendo, cantando y pidiendo de manera pacífica que bajen las máquinas del cerro Aconquija. No es dato menor que durante la cuarentena, de manera ilegal y sin el consenso social, la empresa comenzó la exploración de cerro, aún a sabiendas que ya hoy, las consecuencias vinculadas a la falta de agua son gravísimas, incluyendo hechos violentos, como los que ocurrieron el pasado 10 de Abril en la marcha número 584 cuando un grupo de personas no identificadas incendió las oficinas de la minera, resultando en una serie de allanamientos violentos en domicilios particulares de integrantes de la Asamblea el Algarrobo.En esa plaza dialogamos con 4 de los 12 asambleístas detenidos/as durante abril: Enzo, Ailén, Walter y Eduardo. Enzo nos cuenta «La justicia y el gobierno decidió imputarnos injustamente o criminalizarnos injustamente a un cierto grupo de ambientalistas vecinos que se expresan constantemente en contra del proyecto» para Walter, «a mi me detienen porque hago la parte de prensa dentro de la radio el algarrobo y la Asamblea (…) el único motivo por el cual fueron a detenerme sin orden judicial ni de allanamiento» para Eduardo «lo que buscan es desactivar y criminalizar esta lucha del pueblo de Andalgalá y de otros pueblos también» la criminalización afecta las vidas de las personas acusadas, para Ailén «gracias al apoyo no solamente local, sino de todos lados, ha permitido en su momento que nos liberen, aprovecho para decir que las persecuciones siguen: tenemos 5 compañeras judicializadas por una supuesta pintada, y una compañera más judicializada por un supuesto: verbalmente acusar a una concejal de este lugar» para Walter «como pueblo nos apoyamos todos, pero la violencia que ha sufrido cada familia en cada allanamiento todavía sigue» Eduardo aclara que ya han presentado la denuncia correspondiente por apremios y violencia institucional «me siento orgulloso de ser parte de esta lucha» afirma.
Otro de los casos de criminalización destacados, es de “Las mujeres del silencio” a quienes ante una sentada frente a las oficinas de la empresa se las acusó de vandalismo por una supuesta pared pintada, hecho que desmienten categóricamente, pero que les ha traído problemas judiciales hasta el día de hoy. Hablamos con Roxana, parte de ese grupo de mujeres y quien también participa de la asamblea desde los hechos de represión del año 2010. «En Andalgalá las mujeres somos muy perseguidas por la lucha por el agua (…) somos las caras más visibles, los últimos dos años somos las mujeres las que vamos más al frente» sobre las mujeres del silencio relata que «realizábamos una caminata semanalmente por la mañana, y consistía en dar la vuelta por la calles de Andalgalá en puntos claves como la Municipalidad, las oficinas de la empresa, la fiscalía, porque siempre somos judicializadas” «en este último tiempo las mujeres fuimos puntos claves para ser judicializadas…hace dos meses surgieron citaciones para un grupo de mujeres, las más visibles en las caminatas, las que siempre generan un movimiento para que seamos escuchados ante el gobierno municipal, provincial y nacional también» las consecuencias judiciales las explica así «tenemos restricciones de no acercarnos a la empresa ni a los denunciantes, a los que no conocemos» además Roxana, como agente sanitaria denuncia que «hay muchos casos de cáncer y nadie tiene explicaciones para esto»
En el mismísimo río Andalgalá, que cae tranquilo y limpio cuesta abajo, entrevistamos a Ana, una joven profesora y periodista que de manera emocionante nos contó su vínculo con el agua, el río, la tierra y la defensa del territorio que mantiene desde hace muchos años, allí pudimos ver que varias personas de distintas edades se acercaban a la vertiente de agua a cargar botellas y bidones para su consumo. Ana dice «siempre estas luchas socioambientales suelen tener en contra no solamente a estas empresas que son muy poderosas económicamente y también políticamente sino también a los gobiernos. Entonces tenés un pueblo que necesita expresarse para intentar lograr que el gobierno cumpla su papel que es proteger a las poblaciones, amparar sus derechos y garantías, y que en estos contextos no se da» y profundiza ese análisis «por un lado mientras el poder judicial ataca abiertamente de manera sistemática a las personas que resisten estos proyectos, al mismo tiempo ampara a las empresas. Mientras hay un pueblo que está pidiendo que se respeten leyes que están sancionadas, que están vigentes, como la Ley de Glaciares o el DDHH al agua, los gobiernos y el poder judicial en vez de proteger y garantizar esos derechos están protegiendo intereses económicos, puramente económicos, de empresas trasnacionales. A la par ataca a personas que identificamos con estas luchas y lleva con celeridad los procesos judiciales en contra de estas personas, al mismo tiempo hace la vista gorda cuando quienes denunciamos somos nosotras y nosotros, que estamos pidiendo que se respeten nuestros derechos y se garantice el agua, un agua pura, un agua sana»
Desde la empresa, y con aval estatal, hacen fuerte hincapié en que los/las vecinos/as, especialmente los/as jóvenes se acerquen a la explotación, realizando visitas guiadas de estudiantes secundarios a la explotación. En la Universidad y en lugares como Andalgalá se abren carreras universitarias y técnicas vinculadas a la minería, y se cierran otras. Es alarmante saber que carreras de humanidades, sociales y ambientales cerraron en Andalgalá. O que una de las actividades de visitas para los/as jóvenes en edad escolar sea visitar las mineras. Es muy fuerte el avance del discurso minero, con muchísima propaganda, como modo de vida que busca imponerse entre la población. Lamentablemente existe esta disputa. Están quienes defienden con su cuerpo el territorio y quienes repiten discursos armados y anacrónicos a favor de la explotación minera.
La falsa dicotomía trabajo-ambiente se vivencia a diario, las opciones para un desarrollo local parecen pocas, como poca es el agua disponible. Las personas para consumo personal tienen que comprar bidones o ir a buscar hidratarse de un pequeño hilo de agua del río Andalgalá. Los relatos son contundentes: en el caso de tener agua en sus canillas, es escasa y a veces intomable.
Belén y Londres, casi sin agua
Llegando al final del viaje pudimos conocer Belén y Londres. Dos pueblos a pocos kilómetros de Andalgalá, donde otra vez nos encontramos con graves problemas para trasladarnos de un lugar a otro, y graves problemas con el agua. En Belén hablamos con Juanjo, que participa en la Asamblea local y también defiende el agua «no hay claridad, siempre ocultan la información, los responsables políticos de turno no dan claridad sobre el agua que tomamos» en Belén los problemas de abastecimiento de agua en los hogares son muchos «si tuviéramos una red de agua que responda a la cantidad de habitantes que pueda abastecer a la comunidad en previsión a lo que va creciendo Belén, es algo que en menos de un año se puede hacer (..) antes en las casas había huertas y viñedos, hoy se ha perdido todo eso. Belén puede tener agua de riego, y se podría hacer agricultura, no a gran escala, no monocultivo, una buena distribución llegaría a todos. Antes había sandías, melones…ahora los alimentos vienen de Mendoza y de Tucuman «
Hace no muchos años los pueblos de Catamarca tenían una industria agrícola muy productiva: nueces, aceitunas, vinos, tejidos, entre otros eran los trabajos que sustentaban a las personas. Actualmente por la escasez de agua muchos de estos emprendimientos dejaron de funcionar. Y actualmente gran parte de la población, trabajan para el Estado y/o en trabajos mal remunerados y de poco beneficio social. El éxodo rural, aumenta frente a la falta de independencia económica y también de agua que se viven en este, como en otros lugares del país.
En Londres, muy cerca de Belén, conocimos a Víctor, que describe la situación de la zona de la siguiente manera «El agua de riego de los canales de Belén se empezó a cortar hace unos 10 años, hoy están en su mayoría cortadas. El tema del agua de la canilla, el agua potable, antes se podía tomar, y hoy en día no…en el medio pasaron muchas cosas, que para la gente del pueblo está vinculado a la minería, estamos en emergencia hídrica hace varios años, y permanece como un problema» Víctor habla de su experiencia en la defensa del agua «El agua que nosotros recibimos es el agua de los lugares donde elegimos vivir, y cuidamos ese lugar»
Encuentro y confluencia es la propuesta para los y las que luchan «Lo que nos alimenta es el encuentro, construimos un vínculo, eso es lo que nos sostiene. Nosotros ejemplificamos con el poncho, el telar, el tejido. El poncho es de la zona, abriga, nos contiene, nos da un sentido.» Belén es llamada la capital del poncho. Esos ponchos también los tejen las «Arañitas Tejedoras»una cooperativa de mujeres en la misma ciudad de Belén. Hablamos con Adriana y Poty, que trabajan allí, y nos contaron «Acá no tenemos mucha agua, donde vivo, más abajo, nos falta mucho el agua, ahora estaba saliendo agua sucia y poquitita agua…el agua sale hasta las 6 de la mañana hasta la noche, recién a la medianoche cargan los tanques. Todo el año, y en verano mucho más» nos dice Adriana. «El año pasado estuvimos 3 meses sin agua»
Para debatir el modelo
Sergio, es empleado judicial, técnico en gestión ambiental y uno de los fundadores de la Asamblea el Algarrobo. Reflexiona en voz alta, algo que muchos/as nos preguntamos «Nosotros nos tenemos que preguntar un montón de cosas. No somos antimineros, de hecho, en nuestra vida cotidiana los minerales son esenciales, pero este tipo de megaminería nosotros no lo aceptamos. Hay una ausencia de debate en la República Argentina y en sus instituciones» agrega que «Hoy tampoco está presente la administración del agua con participación ciudadana, con participación de las comunidades campesinas, de las comunidades indígenas, acá tiene un monopolio en la toma de decisión de la política pública del agua, el Estado Nacional con las empresas, y ese es un espacio que nosotros queremos abrir, meternos y participar realmente, que el agua es un bien común de todos y no de personas jurídicas particulares como las empresas que se llevan todo y a nosotros nos dejan secos, y no tenemos agua para la producción que nosotros históricamente hemos venido llevando a cabo» uno de los aspectos esenciales del agua es que permite la alimentación «Si hay que modificar las leyes hay que dar participación a quienes realmente cultivan el alimento en Argentina para poner en la mesa y comer. Queremos discutir el modelo de desarrollo del país.»
La escasez de agua para la vida en la Cuenca del Salar del Pipanaco es preocupante. Si tenés la suerte de no vivir con este problema… ¿Alguna vez pensaste en lo difícil que es vivir sin tener acceso al agua? ¿Sin poder tener agua para tomar, para bañarte, para regar, para lavar los platos y limpiar? Hacer oídos sordos a la lucha que sostienen en estos lugares, es silenciar el grito desesperado de los territorios. Por eso agradecemos a cada una de las personas que en los primeros diálogos nos brindaron su testimonio de manera virtual y anónima, y en esta segunda oportunidad a todas las personas con las que charlamos en nuestra visita, donde pusieron rostro a esta problemática que desde sus voces esperamos se hagan eco en todo el país y en el resto del mundo.
Este material compone un adelanto del documento «Políticas Públicas del Agua en la Cuenca del Salar del Pipanaco»
Fotos: María Fernanda López / Texto: María Fernanda López y Natalia Salvático