La Conferencia de las Partes (COP) es el órgano principal del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), un tratado internacional creado en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992. El objetivo principal de la COP es promover la conservación de la biodiversidad, su uso sostenible y la participación justa y equitativa de los beneficios derivados de los recursos genéticos.
La COP 16 se celebró en Calí Colombia, bajo el lema “Paz con la Naturaleza” y concluyó el pasado 2 de noviembre, sin medidas concretas para abordar la crisis de la biodiversidad. Después de 12 horas de la última sesión, la reunión fue suspendida por falta de quórum entre los casi 200 países participantes. No se tomaron decisiones fundamentales para los países del Sur Global como la movilización de recursos, así como también quedó sin resolver el marco de Planificación, Monitoreo, Informe y Revisión, que es esencial para asegurar una correcta implementación del Marco Mundial de Diversidad Biológica a través de las políticas públicas de los países.
Uno de los logros destacados fue la aprobación del Órgano Subsidiario para pueblos indígenas, comunidades locales y pueblos afrodescendientes. Isaac Rojas, co-coordinador de Bosques y Biodiversidad de Amigos de la Tierra Internacional, celebró este hito: «Es un paso fundamental en la lucha de los pueblos indígenas por sus derechos, especialmente en temas como tenencia de la tierra, conocimientos tradicionales y gobernanza”. Sin embargo, también advirtió sobre la necesidad de permanecer atentos para evitar que estos logros se conviertan en «palabras vacías» debido a la promoción de soluciones falsas.
Linda González, de CENSAT Agua Viva / Amigos de la Tierra Colombia, enfatizó que las soluciones a la crisis de la biodiversidad no residen en créditos de biodiversidad, sino en el reconocimiento de la deuda histórica y ecológica contraída con el Sur Global y en la urgente necesidad de reparaciones. «Esto no se abordó en la COP 16», destacó.
Más allá de las negociaciones, esta COP que duró dos semanas en la Ciudad de Cali, Colombia fue histórica en cuanto a la participación social. El gobierno de Gustavo Petro, como país anfitrión, garantizó que esta COP tuviera dos formatos diferentes. Por un lado una “Zona Azul” donde se llevaron adelante las negociaciones y una nueva área: “la Zona Verde”. Este último espacio fue un lugar de encuentro, de actividades de divulgación, artísticas, académicas y de intercambio con una gran participación de los pueblos y de las organizaciones. Más de medio millón de personas se acercaron a la llamada “COP de la gente”, convirtiéndose en la COP de diversidad más masiva hasta el momento.
La COP16 y la próxima COP30 del clima, que tendrá lugar en 2025 Belém, Brasil, forman parte de un proceso continuo de lucha de los pueblos por la justicia climática y la protección de la biodiversidad. Es fundamental entender que estas conferencias no son eventos aislados, sino momentos clave en la construcción de un movimiento que busca transformar el sistema económico y político para garantizar un futuro con justicia social y ambiental. La participación activa de las comunidades locales, los pueblos indígenas y las organizaciones sociales es crucial para asegurar que las decisiones tomadas en estas conferencias reflejen las necesidades y demandas de los más afectados por la crisis climática y la pérdida de biodiversidad y no que sean espacios funcionales a las grandes corporaciones. En este sentido, la COP16 y la COP30 deben ser vistas como oportunidades para fortalecer la solidaridad internacionalista, la integración regional, compartir experiencias y conocimientos, y avanzar en la construcción de un mundo más justo y sostenible.